El volcán Etna estaba en plena erupción, señal de que Tifón, el monstruo encarcelado por Zeus estaba especialmente descontento. Los temblores causados por el Volcán dejaron preocupado a Hades, el señor del Inframundo. Él temía que esos temblores rompieran la tierra y trajeran la luz al mundo de las tinieblas, por eso sube a la superficie para analizar mejor la situación.
Mientras tanto Afrodita y su hijo Eros, también conocido por los romanos como Cupido, estaban observando a Perséfone, la diosa de la primavera. Cupido y Afrodita se sentían ofendidos por el hecho de que tanto la diosa Atenea y la diosa Artemisa eran diosas vírgenes y puras y así se negaban a los impulsos de pasión y del amor, y la joven Perséfone iba por el mismo camino, tanto que para mantener su castidad su madre la diosa Deméter la apartó del olimpo ya que ella era constantemente asediada por diversos dioses. Afrodita presiente que Hades se acercaba inadvertidamente hacia Perséfone. Hades era otro que podía esquivar la influencia de los dioses del amor ya que vivía recluido en el inframundo, pero afrodita cree que ya es hora de cambiar eso. Ella creía que sería muy triste vivir en un lugar tan sombrío. Ella y su hijo, Cupido, creían podía aliviar esta soledad.
Cupido escoge su flecha más afiliada y alcanza el corazón del dios del submundo. Hades no siente nada ya que las flechas de cupido no pueden ser detectadas, pero cuando son certeras su impacto es devastador.
Al encontrarse con Perséfone Hades siente un impulso arrebatador, estaba perdidamente enamorado. Impetuosamente Hades agarra a su amada y hace que la tierra se abra para poder así volver a sus dominios. Deméter, madre de Perséfone y diosa de las cosechas, echando de menos a su hija empieza a rodar por el mundo en busca de su niña. Después de buscar mucho la encuentra con una de las ninfa que solía acompañar a su hija, ésta le cuenta cómo Hades la secuestró y la llevó al submundo a través de la tierra que se abrió.
La diosa Deméter debido a su profunda tristeza por no encontrar a su hija acabará por descuidar sus tareas y así la tierra se hizo infértil y las cosechas se perdieron.
Sabiendo del destino de su hija, Deméter recurre a Zeus para que obligue a Hades a devolver a su hija. Zeus, racio, dice que no puede hacer nada, ya que Hades es soberano en su territorio. Deméter amenaza con hacer el mundo infértil para siempre ya que la tierra fue cómplice del rapto de su hija al abrir paso hacia el inframundo. Zeus, alarmado por la amenaza, decide que Perséfone podrá volver a la superficie mientras no haya comido nada ofrecido por Hades.
El dios supremo permite que Hermes conduzca a Deméter al inframundo para rescatar a su hija, pero al llegar ahí ella descubre que Perséfone ya había comido una granada ofrecida por Hades y así su vínculo con el inframundo no podía ser totalmente desecho.
Indignada, Deméter pregunta cómo su hija puede aceptar el alimento ofrecido por este ser maligno. Perséfone respondió diciendo que Hades a veces no eran tan malo y que además de respetarla la amaba genuinamente sin hablar de que ahora ella era una verdadera reina.
Deméter se queda consternada y para suavizar la relación con su suegra Hades propone que Perséfone pase la mitad del año con cada uno. Sellado el acuerdo, Perséfone puede volver a la superficie con su madre, del suelo que era infértil empezaron a brotar flores en gran cantidad, las cosechas volvieron a ser abundantes pero el periodo de encuentro entre Perséfone y Deméter se agotaba y la joven diosa tiene que volver al submundo para ver a su marido. Deméter queda desolada al ver partir a su hija, deprimida vuelve a descuidar sus tareas, sin embargo con el regreso de la hija después del periodo con su marido todo vuelve a florecer.
Y así iniciaron las estaciones.